LA EDUCACIÓN VOCAL
El
docente debería ejercer el compromiso de un uso consciente de la voz. Ese uso consciente, esa voz proyectada
que el profesor debería practicar, tiene tres puntos de apoyo básicos. Para
ejemplificarlos usaremos la metáfora del doctor François le Huche que habla de
la voz como una estatua erigida en una plaza pública:
“… Si
esta estatua presenta problemas de estabilidad, el origen de éstos puede
residir en la propia estatua, pero más probablemente estará en el pedestal o en
el terreno.”
Puntos de apoyo de la reeducación vocal.
La
primera etapa (el terreno) se refiere al control
psicomotriz. Mediante un entrenamiento en la práctica personal de la
relajación, el sujeto aprenderá a dominar su nivel de tensión interior, es
decir, aprenderá a relajarse y a ser capaz de movilizar pequeñas cantidades de
energía (noción de economía de energía). Además, la práctica de la relajación
dará la oportunidad de realizar una toma de conciencia del propio cuerpo, desarrollando
su imaginario corporal. El esquema corporal.
La
segunda etapa (el pedestal) representa la
técnica del soplo y del comportamiento general. En la proyección vocal, el
comportamiento fonatorio correcto requiere una actitud física y mental
particular, que comprende el soplo abdominal y la verticalidad. La
práctica de una respiración eficaz.
La
tercera etapa (la estatua) se refiere a la
propia práctica vocal, es decir, los ejercicios vocales. La
técnica de emisión.
Con
esta explicación comprendemos fácilmente
que es imposible adquirir una técnica vocal sin haber trabajado previamente la
técnica del soplo y practicado ejercicios de verticalidad. Además, comprende
que estas técnicas no pueden adquirirse si no se ha aprendido en primer lugar a
dominar la tensión psicomotriz (el terreno debe estar allanado).
Aun
cuando hayamos admitido perfectamente la necesidad de estas etapas sucesivas (en
la práctica no son realmente sucesivas sino que se superponen), debemos
refrescar esta información al cabo de
unas sesiones. Después de unos días podemos olvidar las razones de los
ejercicios de relajación, por ejemplo, y ya no sabemos qué relación existe
entre esta práctica y nuestra voz.
La
regularidad del entrenamiento es uno de los factores más importantes para
progresar, con 10 ó 15 minutos diarios es suficiente.
Tampoco
se trata de un control continuo de nuestra manera de emitir la voz. Cuando hablamos
no pensamos en nuestra voz. Si nos miramos constantemente los pies con el
objeto de andar mejor, tenemos pocas probabilidades de conseguirlo. En
realidad, se trata de modificar reflejos o, mejor dicho, de reencontrar los
automatismos normales perdidos o viciados por el esfuerzo.
Sobre
la necesaria reeducación vocal resumo este fragmento de François Le Huche de su
libro “La voz. Anatomía y fisiología – Patología – Terapéutica” porque
ejemplifica claramente lo que yo llamo ‘los tres puntos de ajuste’ en los que
debe apoyarse la reeducación vocal.
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